Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

II Macabeos 4, 30-37

30 Mientras tanto, sucedió que los habitantes de Tarso y de Malos se
sublevaron por haber sido cedidas sus ciudades como regalo a Antioquida,
la concubina del rey.

31 Fue, pues, el rey a toda prisa, para poner orden en la
situación,
dejando como sustituto a Andrónico, uno de los dignatarios.

32 Menelao pensó aprovecharse de aquella buena oportunidad;
arrebató algunos objetos de oro del Templo, y se los regaló a Andrónico;
también logró vender otros en Tiro y en las ciudades de alrededor.

33 Cuando Onías llegó a saberlo con certeza, se lo reprochó, no sin
haberse retirado antes a un lugar de refugio, a Dafne, cerca de Antioquía.

34 Por eso, Menelao, a solas con Andrónico, le incitaba a matar a
Onías. Andrónico se llegó donde Onías, y, confiando en la
astucia,
estrechándole la mano y dándole la diestra con juramento, perusadió a
Onías, aunque a éste no le faltaban sospechas, a salir de su
refugio, e
inmediatamente le dio muerte, sin respeto alguno a la justicia.

35 Por este motivo no sólo los judíos sino también muchos de las
demás naciones se indignaron y se irritaron por el injusto asesinato de aquel
hombre.

36 Cuando el rey volvió de las regiones de Cilicia, los judíos de
la
ciudad junto con los griegos, que también odiaban el mal, fueron a
su
encuentro a quejarse de la injustificada muerte de Onías.


37 Antíoco, hondamente estristecido y movido a compasión, lloró
recordando la prudencia y la gran moderación del difunto.